lunes, 17 de marzo de 2008

Juanes, la paz y la homosexualidad

El 16 de marzo es una fecha especial en Venezuela. Si no lo fuese ya porque en fecha similar, hace 30 años, un nunca suficientemente esclarecido accidente acabó con la vida de Renny Ottolina —quien probablemente habría alcanzado la presidencia del país a finales de aquel 1978, dado el ya para entonces evidente fracaso del proyecto democrático, tras casi veinte años de demagogia excluyente—, habría de serlo por el histórico concierto organizado en la frontera entre Colombia y Venezuela por el cantautor colombiano Juanes.
Con asombro pude observar que el concierto no fue transmitido por ninguna de las emisoras de televisión del actual gobierno venezolano. Sus responsables no juzgaron importante mostrarle al público tal espectáculo.
El argumento puede ser —ya lo he escuchado— que ese concierto no tenía ninguna relevancia porque, en primer lugar, no hay necesidad de abogar por la paz pues no estamos en guerra.
Lo otro que escuché es que no se explica que si se rechaza a algunos funcionarios por su supuesta homosexualidad, no se entiende como a los “oposicionistas” no les ofenda la homosexualidad, supuesta o declarada, de algunos de los cantantes que participaron en el evento.

Estas tenemos.

Me parece oportuno señalar, con relación al primer “argumento”, que del mismo modo pensaron los europeos que se podía manejar a Hitler durante la década de 1930, cuando “no había guerra”. Para quienes desestiman la necesidad de abogar por la paz, en todas las formas y épocas posibles, desde la iniciativa ciudadana, es importante ocuparse de la guerra sólo cuando la haya.
No se trata, para quienes así parecen sentir y pensar, de que la paz sea algo deseable, una condición social para la cual haya que educar, un valor ético realizable en lo social a través del aporte ciudadano. No. Para ellos es sólo una patraña interesada, un empeño imperialista por abatir las “fuerzas insurgentes”.
La guerrilla, el militarismo, el secuestro, la vacuna, los atentados, las minas antipersonales no son, para quienes expresan esta opinión, un problema actual. Según ellos, es la fantasía desbordada de quienes sólo tienen por objetivo “empañar” y ¿desmeritar? la imagen “gloriosa” de nuestro “sagrado” proceso.
Por otra parte, al parecer no es la incapacidad y la injusticia con que ciertos funcionarios llevan a cabo su actuación pública la razón de la oposición. Según estos argumentos, los opositores adversan la condición homosexual de tales funcionarios, no su ineficiencia.
El empeño de ver las cosas únicamente en blanco y negro distorsiona la perspectiva de muchas personas en una época como la actual.
La paz es algo que debemos desear y construir todos cada día, con nuestra actuación cotidiana. No es un estadio que se pueda alcanzar inertemente, sino que requiere esfuerzo, conciencia, sentido. Es cuestión de raigambre cultural.
Es una falta de criterio grave simplificar las cosas con respecto a la elección de género porque, además, esconde en sí el racismo que no nos cansamos de denunciar en este proyecto pretendidamente socialista. Eso aparte de la desinformación generada al, sencillamente, no transmitir el concierto. Cercenan las posibilidades de objetividad de su propio público. Si eso no es desprecio, entonces, ¿qué es?
Que el otro se casó con un hombre, o que a fulano le encontraron un cargamento de espermatozoides en el estómago, o que los vieron en público a los dos, hembra hombre y hombre hembra, o cualquier otra combinación, dándose un beso más obsceno que los todavía damnificados del deslave de Vargas o los indigentes que pueblan nuestras calles es asunto exclusivo de ellos. Mientras no traten de imponerlo en las vidas ajenas, están en su derecho, si no pueden o no quieren canalizar de otra forma su sexualidad.
Si vamos a juzgar a los artistas porque sean o no homosexuales, utilizando un criterio que obvia, quizá premeditadamente, la eficiencia o la ineficiencia, el aspecto de la calidad, debemos entonces prohibirnos la música de Elton John, George Michael, Simone, Juan Gabriel, Ana Gabriel y un largísimo etcétera, que aquí significa quién sabe cuantos más. Con respecto al arte el juicio depende del gusto personal. Con respecto a la administración pública, no.
En general, el desprecio y el fanatismo sólo han servido para construir la humanidad abusiva y violenta que hasta hoy nos hemos dado. Eso parece no querer cuestionarlo buena parte del oficialismo venezolano actual y muchos de sus seguidores. Tenemos que buscar caminos de unión, de paz y de concordia, pues así construiremos un mejor futuro, amplio, incluyente, constructivo, pacífico. Lo demás es fascismo. Don’t forget García Lorca.

1 comentario:

Imágenes urbanas dijo...

Archer,
La verdad es que no me extrañó para nada que esa hermosa inciativa organizada por Juanes no la transmitieran por ninguno de los canales del Estado. ¡Imagínate! ¡Cómo van a transmitir algo que busca enaltecer la paz cuando desde este gobierno lo que se quiere es guerra? Hace rato que perdí la capacidad de asombro con este gobierno.

Lo que si me dolió, es que el ÚNICO artista venezolano que apareció y cantó en ese inolvidable concierto fuera Montaner. ¡Bravo por él!
Sí me pregunto: ¿Qué pasó con los hermanos Primera que han gritado a los 4 vientos que están en contra de que la obra de su padre sea usada insistentemente como estandarte de este gobierno?; ¿con Yordano, que acaba de lanzar un disco nuevo?; ¿con Jeremías o Hanny Cahuan que representan lo más nuevo de nuestros trovadores urbanos? ¿Con los líderes vocales de Zapato 3 y Pixel? ¿Dónde estaban todos los cantantes y/o compositores nacionales que están disfrutando de la divulgación de su música "gracias" al regimen impuesto por la ley RESORTE? Ni Franco De Vita, que en principio se había anotado finalmente apreció. Ni Ilan Chester que pudo haber aprovechado para retirarse definitivamente...

¡Qué pena con Juanes! ¡Y qué poder de convocatoria tiene entre sus paisanos y los españoles! Una vez más, los venezlanos quedamos mal. Digo yo,